Desde Yapeyú en 1778 hasta Boulogne-sur-Mer en 1850 la vida y obra del Prócer americano llega hasta hoy cómo el símbolo elocuente de las virtudes masónicas: siendo el guerrero triunfador en numerosas batallas, supo vencerse a sí mismo renunciando a los ascensos, los honores y los premios del triunfo en los sitios en dónde venció; superando la adversidad cuándo declinó su estrella, coronó su vida en el destierro, la soledad y la pobreza; guardando silencio cómo un elevado maes tro espiritual sobre las injurias de sus atacantes, no tanto por amor a los hombres, sino por amor a su América que libertó, sirviéndola cómo el gran Iniciado en las verdades superiores. Soportó enfermedades, pobrezas , ingratitudes y calumnias, con notable resignación. De todo ello salió purificado cómo el más noble de los metales, dándo con su vida el ejemplo de una santidad laica al servicio del deber. Sus biógrafos, casi por unanimidad , hablan de su misteriosa personalidad, parco y reservado hasta el extremo de que Sarmiento-cuándo lo conoció en 1848-, comparó su figura con la de Hermes .
Graduado cómo Oficial en el Real Regimiento de Murcia , inició su vida militar en Africa del Norte cómo Teniente de Caballería. Tuvo una destacada actuación en el Ejército español durante la invasión de Napoleón a la Península ibérica, combatien do contra los franceses. Fue edecán del General Solano, Marqués del Socorro, revis tando luego en el Estado Mayor del General Castaño quién lo condecoró por su brillante desempeño en la famosa batalla de Baylén-9 de julio de 1808- en la que el Ejército francés al mando del General Murat fue derrotado. Años despúes participó con el grado de Teniente Coronel en la célebre batalla de Albuera del 16 de mayo de 1811, bajo el comando del General británico Willian Carr Beresford. En oportunidad de la alianza político-militar anglo-española de 1810, firmada por la Junta de Astu rias en representación del Rey Fernando VII prisionero en París , conoció entre la oficialidad británica al que sería su estrecho amigo el escocés Lord Fife – verdadero punto de inflexión en su futuro político y militar . Su último destino en España fue cómo Oficial Superior en el Real Regimiento de Sagunto hasta el 6 de septiembre de 1811 en que solicitó la baja del ejército español . El Ejército anglo-español estaba en ese momento comandado por el famoso inglés Sir Arthur Wellesley, futuro Lord Wellington, desde su victoria definitiva sobre Napoleón en Waterloo (Bélgica, 18/ 06/1815).
El Gral. Solano lo inició cómo masón en la Logia Integridad en 1808; poco despúes ingresó a la Logia Caballeros Racionales N° 3 de Cádiz-bajo los auspicios de la Gran Logia de Inglaterra-, dónde obtuvo el grado de M:.M:. el 6 de mayo de 1808.El delega do de la Gran Logia de Inglaterra en España, Sir Charles Stuart, lo convenció para in gresar en Londres a la ‘Gran Logia Americana’ de Francisco de Miranda que tenía el respaldo financiero de la Corona británica, con la finalidad de lograr la indepen dencia de los dominios españoles en América. En los cinco meses que permaneció en Gran Bretaña-viviendo entre Londres y Escocia- , su amigo Lord Fife-grado 33° del Rito Escocés- lo vinculó a los más encumbrados círculos masónicos, participan do también en la fundación de la Logia Caballeros Racionales N° 7 de Londres.
Lord Fife fue el organizador de su traslado a Buenos Aires en 1812, junto con Alvear, Zapiola, Holmberg, Chilavert y otros. Con el apoyo del Dr.Julián Alvarez –VM:. de la L:.Independencia que ya existía en el Río de la Plata-, los recién llegados instalaron la famosa Logia Lautaro que se proyectó con los mismos ideales en las Logias del mismo nombre, fundadas en Córdoba y Mendoza.
A partir de allí, el Prócer tuvo un meteórico ascenso político-militar cómo Coman dante en Jefe del Ejército del Norte, primero; y en 1816, cómo Gobernador Intenden te de Cuyo. Designado su amigo y hermano masón Juan Martín de Pueyrredón cómo Director Supremo del Río de la Plata, le prestó al futuro Libertador un decisivo apo yo financiero en la creación del segundo Ejército Nacional-el Ejército de los Andes-, nombrándole Comandante en Jefe el 1° de agosto de 1816.
El legendario Plan estratégico del cruce de los Andes por los pasos cuyanos para derrotar al dominio español en la Capitanía General de Chile y luego atacar por la vía oceánica la fortaleza militar del Virreinato del Perú , estuvo inspirado en los planos secretos y tácticos concebidos por el aristócrata escocés Lord Maitland- vin culado por lazos parentales con Lord Fife y celosamente guardados en el Almiran tazgo británico y en los archivos secretos del Castillo de Maitland-, plan que llevó a cabo genialmente entre 1817 y 1822, sin perjuicio del apoyo militar y económico que obtuvo de la Corona británica con la fuerza naval de alrededor de 50 navíos de guerra al mando del célebre Lord Cochrane , en las operaciones militares posterio res a la liberación de Chile, durante la campaña del Perú. Cabe destacar que San Martín rechazó la propuesta del Congreso chileno de su revistar cómo Protector de Chile considerando que ese cargo le correspondía a su amigo y HH:.MM:. don Bernar do O’Higgins. Sacando las batallas de Chacabuco y Maipú que tuvieron muertos, la ocupación de Perú y Ecuador casi no tuvo que lamentar bajas humanas.
Más allá de su trayectoria militar en Argentina, Chile y Perú, San Martín protago nizó una trascendental mediación en las guerras civiles del Río de la Plata entre 1818 y 1819, página de su gloriosa vida que no siempre fue presentada con justicia y veracidad histórica por los historiadores argentinos.
En la primera década de la revolución rioplatense se perfilaban dos proyectos políticos antagónicos: el centralista y monárquico de Buenos Aires; y el republicano y federalista del Litoral y la Banda Oriental. El primero, personificado por Alvear y el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón; el segundo, representado por José Gervasio de Artigas y el gobernador de Santa Fe, don Estanislao López. La guerra civil latente desde 1810 estalló con fuerza en septiembre de 1818, justo cuándo San Martín planeaba iniciar la campaña al Perú. El gobierno de Buenos Aires resolvió suspender el apoyo económico al Ejército de los Andes y concentrar todos los recur sos en reprimir la sublevación general de los pueblos de litoral. Tal levanta miento popular propiciado por Artigas-líder indiscutido de los federales-,fue motivado porque el Congreso argentino-trasladado desde Tucumán a Buenos Aires-, había aprobado en sesión secreta la coronación en el Río de la Plata de un Rey Borbón con el respaldo de la Corona de Francia, a cargo de Luis XVIII. Se comprobó que la diplo macia secreta de Pueyrredón había alentado la invasión y ocupación territorial de la Provincia oriental de Montevideo por el Ejército portugués con asiento en el Virreinato lusitano del Brasil.
El 14 de febrero de 1819 San Martín le anunció a O’Higgins que dejaba Chile para viajar a Mendoza e interponer sus buenos oficios en la guerra civil: ”Dios me dé suerte en este viaje pues si puedo contribuir a una pacificación sólida, tendré más satisfacción que ganar veinte batallas” . Desde Mendoza escribió varias cartas fundamentales en la interpretación histórica de las guerras civiles argentinas, dirigidas a Estanislao López de Santa Fe y al caudillo oriental Artigas. Consideraba que la guerra civil era tan nefasta y peligrosa que ponía en riesgo la integridad territorial y la unidad nacional.En una carta de ese momento(marzo de 1819), expresaba que aunque salgamos victoriosos, el resultado final’ será desolador para Argentina con el odio sin límites reinan do en todas partes’. En la carta que le escribe al líder federalista de la Provincia Oriental de Montevideo le prometió solemnemente: ”Mi sable jamás sal drá de la vaina para reprimir opiniones políti cas ”. La mediación no tuvo éxito por diversos impedimentos oficiales, pero la órden del gobierno de reprimir con las fuerzas militares del ejército de los Andes a los federales del Litoral, terminó provocando la ruptura definitiva del Prócer con las autoridades nacionales. Ruptura que también alcanzó a la Logia masónica porteña, coincidente con las políticas radicalizadas del gobierno central: le ordenaron sacri ficar ‘todo’ al interés de sus amigos(los HH:.MM:.),para llenarlos de ‘gloria’(ellos),”a los que gozan con las suyas”(Archivo de San Martín,T°IX,pág.399).El 26 de diciembre de 1819 presentó su formal dimisión cómo Jefe del Ejército de los Andes regresando a Chile de inmediato junto con tropas acantonadas en Mendoza, ofreci das luego a O’Higgins para continuar sin más trámites con las operaciones militares y navales sobre el Perú.
La célebre desobediencia de San Martín salvó a la Revolución Hispanoameri cana. Evitó un enorme derramamiento de sangre y contribuyó con su histórica reso lución a la caída del Directorio Supremo y el final del proyecto monárquico francés en el Río de la Plata. La batalla de Cepeda del 1° de febrero de 1820, con la victoria total de las tropas federales al mando de López y Ramírez sobre el Ejército nacional al mando del Gral.José Rondeau, precipitó la disolución de la autoridad nacional y el afianzamiento de las autonomías provinciales en el Río de la Plata. San Martín muy probablemente hubiera logrado un acuerdo político posible y constructivo con los líderes federales. Fue el único que se puso por encima de las circunstancias de ese momento con patriotismo, honor, arrojo e hidalguía.
Ya en Chile, la oficialidad del Ejército argentino de los Andes lo confirmó cómo Jefe supremo militar por votación unánime, voluntad formalizada en el célebre documento conocido como ‘Acta de Rancagua’. Días después , el Gobierno chileno lo nombró oficialmente cómo General en Jefe del Ejército Libertador del Perú(decreto del 28 de enero de 1820),fuerza militar que embarcó y partió desde el puerto de Valparaíso hacia el puerto peruano de Pisco , el 20 de agosto de ese mismo año.
El 10 de Julio de 1820 las tropas ocuparon la capital del Virreinato del Perú y cinco días después, a propuesta del General San Martín, el Cabildo de Lima proclamó la independencia del territorio de ‘España y toda otra dominación extranjera’, inde pendencia nacional que fue jurada el 28 de Julio de1821 El 2 de agosto de 1821 asumió el cargo de ‘Protector del Perú’, gobernando la nueva Nación con reformas liberales y progresistas hasta su definitivo retiro después de la Conferencia de Guayaquil ,en septiembre de 1822.En ese tiempo histórico, San Martín fundo en Lima la Logia Paz y Perfecta Unión, categorizada cómo N° 1 por la Gran Logia del Perú. Un destacado grupo de masones fundó al poco tiempo la Logia ‘Orden y Liber tad’ que figura hoy registrada con el N° 2.
Después de su retiro político y militar acordado secretamente con Simón Bolívar en el encuentro de Guayaquil , San Martín residió un año y medio en su quinta de Mendoza, hasta que en febrero de 1824- luego de unas semanas en Buenos Aires para rescatar a su única hija Mercedes Tomasa San Martín y Escalada y ofrecer la postrer despedida ante la tumba de Remedios Escalada-, se embarcó con la niña de siete años hacia Inglaterra y Escocia invitado por su gran amigo el Conde de Fife. Durante los veinticinco años posteriores (1825-1850), San Martín vivió en Bélgica, primero (el orfebre masón Henri Simón acuñó por orden de la Logia ‘Le Parfait Amitie’ varias medallas con el perfil auténtico del Prócer); y luego en Francia (ya anciano, fue fotografiado en París por Daguerre en 1848), hasta su muerte el 17/8/ 1850. En el testamento, legó su famoso sable corvo de origen persa adquirido en una feria de Londres en 1811, al Gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas, en mérito de la defensa de la soberanía argentina ante los ataques franco-británicos entre 1838 y 1850.
Los restos mortales del Libertador de América fueron trasladados a Buenos Aires al final de la Presidencia de Avellaneda(abril de 1880), cómo consecuencia de una intensa movilización y prédica de destacadas figuras de la Masonería Argentina, entre las que se destacó principalmente Sarmiento, acompañado por Mitre, Adolfo Alsina, Tomás Guido, entre muchos otros. Cómo es sabido, descansan desde enton ces en el mausoleo instalado a la entrada de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
Fuentes documentales:
- Documentos para la historia del Libertador General San Martín, Buenos Aires, Instituto Nacional Sanmartiniano, 1954.
- Documentos del Archivo de San Martín. Comisión Nacional del Centenario, Buenos Aires, Coni , 1910/11.
- Museo Histórico Nacional. Guerras de la Independencia, Buenos Aires, Museo Histórico Nacional , 1952.
- Mitre Bartolomé: Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana, Buenos Aires, Peuser , 1946 .
- Lappas Alcibíades: La Masonería Argentina a través de sus hombres, 2ª.ed., Buenos Airees, 1966.